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La Constitución en el sanitario del poder

La Constitución en el sanitario del poder
  • Publisheddiciembre 7, 2025
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Por Luis MA.Ruiz Pou.

El finado expresidente Joaquín Amparo Balaguer y Ricardo, manifestó que “la Constitución es un pedazo de papel”. Con estas palabras, Balaguer quiso llamar la a tención, en el sentido de que la constitución no tenía fuerza porque no había voluntad política ni institucional para respetarla. Para Ferdinand Lassalle: “Una Constitución solo tiene valor si refleja los verdaderos factores de poder en la sociedad”.

La Constitución ya no cuelga en las paredes: yace arrugada en el cesto del sanitario. No porque haya sido abolida, sino porque ha sido degradada a papel higiénico institucional. El gobernante autoritario no la lee, la usa. No la respeta, la exhibe. Y cuando se le reclama por sus violaciones, responde con la sonrisa cínica del que sabe que la ley es solo un decorado.

De Balaguer a Trump: el desprecio como doctrina Balaguer lo dijo sin pudor: “La Constitución es un pedazo de papel.” Trump lo encarnó sin decirlo. Desde el uso abusivo de decretos hasta el intento de revertir una elección certificada. Su administración convirtió la Carta Magna en servilleta de campaña. Lo que debería ser límite se volvió accesorio. Lo que debía proteger al ciudadano se convirtió en escudo del poder.

Como en las repúblicas bananeras que tanto se critican, el fracaso se achaca al pasado, la corrupción se justifica con precedentes, y la ley se interpreta como obstáculo. El gobernante no gobierna: actúa. Y en ese teatro, la Constitución es solo utilería. Se la menciona en discursos, se la ignora en decisiones, se la pisotea en la práctica. Los gobernantes han convertido la legalidad en un juego de espejos.

Cuando se confrontan a los gobernantes, estos no responden con argumentos sólidos, sino con excusas. Culpan a la administración anterior, del “desorden heredado”, al “sabotaje institucional”, el saqueo al erario público, la corrupción, narco tráfico, terrorismo y delincuencias. Sin embargo, en cada escándalo, aparecen altos militares y funcionarios. En medio de esta comedia trágica, el ciudadano queda atrapado entre la indignación y la apatía.

En E. U. A, el escándalo Irán-Contra mostró cómo se puede violar la ley federal, mentir al Congreso y luego ser perdonado por el sucesor. Durante el gobierno de Trump, muchos analistas y juristas señalaron acciones que directamente desbordaron los límites constitucionales. Las violaciones del presidente con su mal uso de los poderes que les otorga la constitución política. En América Latina, el guion se repite: presidentes que reforman constituciones para reelegirse, que manipulan cortes, que convierten la justicia en arma política.

¿Qué hacemos cuando la ley se vuelve papel mojado? No basta con indignarse. Hay que denunciar, nombrar, resistir. El artículo de opinión no es solo crítico: es acto de higiene democrática. Porque si el poder usa la Constitución para ir al sanitario, el ciudadano debe usar la palabra para limpiar el espacio público.

En las democracias fatigadas, la ley ya no es límite: es decorado. Gobiernos que juraron defender la Constitución, la convierten en papel mojado, útil solo para ceremonias y discursos. Lo que debería ser el marco sagrado del poder se transforma en obstáculo a sortear, en letra muerta que se interpreta según conveniencia. 

Lic. Luis Ma, Ruiz Pou

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