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OPINIÓNES

Caso haitiano, improvisaciones y costo de vida afectan planes reeleccionistas

Danilo Cruz Pichardo

El país requiere de un Código Penal, porque el  vigente es de la época de Trujillo. No  está en consonancia con una sociedad que se ha transformado en todos los órdenes y demanda de una normativa jurídica que comprenda las modalidades delictuosas de las últimas 6 décadas. Vergonzosamente el proyecto de un nuevo código se encuentra en el Congreso Nacional desde hace más de 25 años y todo indica que los intereses políticos y económicos   impiden su aprobación.
Luis Abinader, presidente de la República y quien controla al Poder Legislativo, prometió, antes y después de arribar a la jefatura del Estado, que dotaría a los dominicanos de un nuevo Código Penal, pero su mandato se agota, se pierde la esperanza, al tiempo que con extrema rapidez motiva a sus legisladores a que aprueben leyes innecesarias e inclusive leoninas al interés nacional.
Un ejemplo está en la Ley de Fideicomiso Público, la cual se aprobó al vapor, sin que Abinader haya convencido a un solo dominicano sobre su necesidad. Además, esa ley contiene unos diez artículos que ameritan modificación, porque las reglas son ambiguas, posiblemente de forma deliberada.
Ya antes se había aprobado el Fideicomiso de Pedernales, para el “progreso”  de esa provincia. Nadie se opone al desarrollo de esa demarcación (y en efecto podría dinamizarse su economía), pero ¿el Estado ofrecería la misma oportunidad a todos los interesados en que les levanten obras turísticas, conforme al concepto de igualdad establecido en el Art. 39 de la Constitución? ¿Se harían concursos públicos para la concesión de tierras playeras, préstamos y otras tantas facilidades?  ¡Nada!
Esas tierras están asignadas, conforme a informaciones que se conocen, desde la campaña electoral. Y esas inversiones que haría el Estado tienen nombres y apellidos también desde la campaña electoral. Se trata de regalar patrimonios que nos pertenecen a todos. Esas leyes son leoninas.
De igual forma, el presidente Abinader sometió un proyecto de ley sobre trata de personas y facilidades para migrantes, que es un mandato de Estados Unidos y organismos internacionales, que han actuado de forma irresponsable en torno al caso haitiano y  procuran que carguemos con la tragedia del vecino país. Tuvo la población que levantarse contra ese despropósito para que el jefe de Estado (al que los lisonjeros pagados le atribuyen “escuchar”) retire la pieza legislativa.
En territorio dominicano albergamos a cerca de dos millones de nacionales haitianos, pese a que tenemos nuestros problemas propios, como pobreza, desempleo y déficits en  educación y salud, inflación e inseguridad ciudadana, entre otros.  ¿Qué más podemos hacer por Haití?
Ante la superpoblación de ilegales, lo que procede es la aplicación de la Ley 285-04. Si no se toman las medidas correspondientes nos exponemos a una futura confrontación e inclusive a la pérdida de nuestra soberanía. En un momento las autoridades de la Dirección de Migración hicieron un aguaje, pero Estados Unidos se molestó y se dio marcha atrás. Por presión similar el levantamiento de la  verja fronteriza fue detenido, aunque hay quienes sostienen, con sobrada razón, que el problema mayor está en la mafia militar en la frontera domínica-haitiana.
Si la mafia militar es grande (todos los militares salen millonarios), el súper negocio está en los consulados dominicanos en Haití. A todo al que un presidente quiere hacer rico solo tiene que emitirle un decreto designándole cónsul en Haití. Y se dice que el de Puerto Príncipe es una mina y todos salen millonarios en dólares.
Adicionalmente a los elementos causales expuestos más arriba, en torno al éxodo de nacionales haitianos hacia territorio dominicano, no se puede liberar de culpa al empresariado dominicano, que prefiere manos de obra de nuestros vecinos, al ofrecer miserables pagos y sin dotar de ningún tipo de seguridad social, a tal extremo que un obrero se accidenta y se mata y nada pasa.
El empresariado se resiste a pagar salarios justos a trabajadores dominicanos y sigue optando por ilegales extranjeros, de manera que el éxodo de haitianos es un problema multifactorial, el cual se ha agudizado en el “gobierno del cambio”, cuyo presidente, empresario también, estimula una situación que perjudica a nuestra población.
Naturalmente, la conducta del jefe de Estado tiene su costo político. Y nunca antes, en lo que lleva al frente de los asuntos públicos, su imagen se había visto tan deteriorada, lo que lleva preocupación a los estrategas gubernamentales, los cuales barajan planes con la finalidad de revertir el fuerte revés que acaba de recibir Luis Abinader, al retirar el impopular proyecto de ley.
Mientras tanto al presidente se le aconseja continuar con la compra de alcaldes del PLD y de la Fuerza del Pueblo, lo que podría sumar líderes municipales, pero es una situación que viene molestando cada vez más a las autoridades de esas dos organizaciones, lo que podría ser un serio inconveniente para el Gobierno ante un escenario de segunda vuelta. ¿Hacia dónde crecería?
Luis Abinader depositó optimismo reeleccionista en la inauguración de obras, pero algunos de los contratistas, los mismos que se sirvieron con la “cuchara grande” en el gobierno anterior, como son Manuel Estrella, Juan Ramón Gómez Díaz, entre otros, muestran retraso en la terminación y se cree que no estarían listas para la campaña electoral del año entrante.
En la agenda de Abinader está también la inclusión de artistas dominicanos famosos en la campaña de 2024. Es así como en estos momentos se procura ofertar candidaturas legislativas a los faranduleros Santiago Matías (Alofoke) y Tokischa Altagracia Peralta (Tokischa), los cuales podrían sumar votos de jóvenes descarriados, pero también encontrarían repulsa pública en sectores de clases media y alta. Posiblemente el rechazo  de estos dos muchachos sería mayor al recibido por Roberto Ángeles Salcedo, al momento de ser elevado a la Comisión Ejecutiva del PRM sin haber pasado por escalera política alguna.
Lo que se percibe es que Abinader maneja al PRM como una empresa de su propiedad, sin importarle la arrabalización de que es objeto esa entidad. En política las medidas se estudian, inclusive mediante investigaciones de opinión se conocen posibles impactos, pero la desesperación en ocasiones no ofrece espacio a la ponderación y se cae de forma reiterativa en improvisaciones, las cuales han llevado al presidente a recular en múltiples oportunidades.
El escenario se torna cada vez menos favorable para un presidente que busca la reelección, sobre todo por la espiral inflacionaria que afecta a los productos de la canasta familiar, que seguirían subiendo de precio en los meses por venir, conforme al agravamiento de la crisis económica mundial. Así lo sostienen los expertos en materia económica.

OPINIÓNES

DANILO: el PLD creó el sistema judicial.

Por Miguel SOLANO

Agradecemos al compañero Danilo Medina el que en su discurso ante la reunión del Comité Central el pasado domingo no haya dicho :”¡Eso fue lo que Juan Bosch nos enseñó!”. Hizo usted muy bien al no mencionar a Juan Bosch.

Danilo Medina, más que nadie, sabe que el actual sistema judicial lo creó, desde los pies hasta la cabeza, el PLD.

Danilo Medina, más que nadie, sabe que estructuramos el actual aparato judicial para detener la corrupción y la impunidad.

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Danilo Medina, más que nadie, sabe que diseñamos, estructuramos y pusimos a funcionar el aparato judicial para que a la hora de presentar un expediente no tenga la más mínima señal de persecución política y que obligue a los imputados a:
1 — Aceptar culpabilidad
2— Devolver bienes y dinero.
3 — Negociar sentencia.

Compañero Danilo Medina, usted dividió al PLD, usted despedazo la obra de Juan Bosch, usted máquina para proteger a sus socios, que no son peledeistas, son tus socios. Y aún sabiéndolo persiste en no salir del pantano. Ahora, Danilo, tú sólo tienes una opción: Renunciar a la Presidencia del PLD y regresar a San Juan a beber té para tranquilizar la Próstata.

Compañero Danilo Medina, el único que tiene una persecución política contra el PLD es usted. Compañero Danilo Medina, el único que amenaza con destruir al PLD es USTED. Compañero Danilo Medina, es usted el gran responsable por mantener y tener a la candidatura presidencial de Abel Martínez “en un palo encebao”, pues ningún peledeista saldrá a las calles a defender la inmoralidad. Para nosotros el que desfalca al Estado tiene un puesto honorable en Najayo.

Y a los posibles candidatos, aquellos que tienen alguna idea de llegar les advertimos que los estamos observando: todos aquellos que quieran utilizar al PLD para defender desfalcadores, serán rechazados en las urnas y el PLD tendrá una votación tan baja que se dará por desaparecido: ¡Así fue profetizado!

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OPINIÓNES

Una lucha contra la corrupción pero de verdad verdad

Por Petra Saviñon

La persecución de la corrupción ha de ser equilibrada, asertiva, real, alejada del morbo y del interés de complacer como sea  a un pueblo hastiado de que lo saqueen, de que lo espoleen sin conmiseración.

Esto requiere de voluntad, seriedad y de expedientes bien instrumentados  que no den a los jueces motivos de rechazo.

Igual, es menester imponer la prudencia, el tacto, respetar el debido proceso y evitar las condenas a priori,   por antonomasia, suplantación de la labor de los tribunales. Esto vale de misma manera para las filtraciones a los medios de comunicación

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La cordura debe regir para todos e incluye  a entidades de la sociedad civil que como Participación Ciudadana han expresado juicios sobre la operación Calamar  como quien tiene todas las pruebas a mano pero al mismo tiempo indican que estudiará la acusación.

¿Es lógico dar por sentado un fraude colosal como el de esta imputación y luego decir que analizarán el expediente?

Es esencial escuchar a todas las partes y que  todas las versiones  salgan a flote en este y en todos los casos que impliquen presuntos daños al erario, de la pasada, la anterior, la anteanterior  y de la actual gestión gubernamental.

Esta nación urge de cambios de verdad, de un combate serio a la lacra que corroe sus entrañas, que carga con el tesoro público y deja desprotegido al segmento más vulnerable, que es el gran grueso de los dominicanos.

Insisto, la lucha contra la corrupción ha de ser efectiva en todos los órdenes, y no dar brecha jamás al afán de protagonismo ni al circo mediático.

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OPINIÓNES

La tinta del calamar

El Ministerio Publico continúa navegando en aguas turbulentas, ahora trata de pescar moluscos cefalópodos de la variedad gigante y lanzó la «Operación Calamar» para atraparlos.

A un grupo de personas afines a los primeros apresados en la mencionada operación, no les ha gustado el proceder de los fiscales y dicen que esa fijación con los ex funcionarios del gobierno de Danilo Medina no tiene otro propósito que desacreditar su labor y facilitar la reelección de Luis Abinader, ya que no se persigue a quienes fueron colaboradores de Leonel Fernández, Hipólito Mejía, ni a los miembros de este gobierno, donde según ellos existe mucha tela por donde cortar. Creo que el orden de los factores no altera el producto, y que en cualquier momento podrían iniciarse otros procesos que involucren a quienes esos comentarios señalan.

La realidad del caso es que en nuestro país la corrupción se ha convertido en sistémica, una hidra de siete cabezas que por donde quiera asoman, controlar este flagelo no es tarea fácil, por eso admiro y respeto a quienes se dedican a ello de manera seria y responsable, poniendo en riesgo su tranquilidad y la de sus familias.

Antes resultaba muy difícil detectar asociaciones entre contratantes y contratados, así como saber el monto recibido por la concesión de un permiso, la aprobación de una compra, un contrato, la gestión de un pago, etc., hoy la informática y el terror de terminar en la cárcel que algunos tienen facilitan la obtención de esas informaciones.

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Las señaladas prácticas de corrupción antes no implicaban ningún riesgo para quienes las cometían, pruebas al canto, los sometimientos a la justicia de funcionarios públicos y políticos fueron muy pocas y selectivas, y las condenas no se produjeron, a pesar de los súbitos cambios de estilos de vida, y el ofensivo y público derroche de que hacían gala algunos de ellos. Hoy en día, los hechos indican que el que la hace corre un gran riesgo de pagar por sus hechos, única manera de controlar esa plaga que afecta a la República Dominicana y que en los últimos tiempos había sobrepasado la etapa de los sobornos y comisiones, para convertirse en un entramado de intereses en donde se mezclaban iniciativas empresariales, tráfico de influencias y las más variadas prácticas para desfalcar al Estado.

 Ahora bien, es evidente que tenemos un profundo problema que afecta a nuestra sociedad, una deficiente educación y un consumismo desenfrenado; mezcla que lleva a muchos a creer que llegar a una posición pública es la oportunidad de su vida y que si no la aprovechan es un pendejo.  A otros, a pesar de tener buena posición económica, el poder los enloquece y pierden el rumbo cometiendo hechos que desde su particular punto de vista, no son incorrectos y la gran masa carente de casi todo, con innumerables necesidades insatisfechas, que se agarra hasta de un clavo ardiendo.

 Por esas razones, es que cada cierto tiempo aparecen algunos individuos, a veces de izquierda, otras de derecha, unos con estilos liberales y otros autoritarios, que se presentan como los salvadores del mundo, con planes muy fáciles de vender, pero muy difíciles de ejecutar, que una vez llegan al poder en la mayoría de los casos sumen a sus países en el caos económico, acompañando ese desastre con una pérdida de libertades y un debilitamiento de la institucionalidad.  Por eso es que escuchar esos cantos de sirena es muy peligroso.

 Aquí en nuestro país, aunque las aguas se enturbien con la tinta que expelen los calamares cuando están en peligro, tenemos que admitir que en materia judicial hemos avanzado, la Procuraduría está haciendo lo que la Ley le ordena, queda en mano de los acusados y sus abogados demostrar su inocencia, independientemente de lo que digan las redes este es el procedimiento que se tiene que cumplir y el que los ciudadanos conscientes tenemos que apoyar. 

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