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“Tomo La Palabra”

División de oposición facilita triunfo de PRM

Danilo Cruz Pichardo

Joaquín Balaguer gobernó 22 años en una época en la que la Constitución de la República no requería mayoría absoluta para ganar un proceso eleccionario. Con mayoría simple era suficiente. Y algunos de sus “triunfos” fueron cuestionables, como es el caso del registrado en 1966, donde el país estuvo ocupado por tropas norteamericanas. También tienen asteriscos los de los certámenes de 1970 y 1974, en los cuales, producto del terror político y ausencia de libertades, la oposición se vio forzada a la abstención.
El autor de este artículo no tiene ninguna duda de que en 1970, si Juan Bosch se hubiera puesto al frente de una coalición opositora, se pudo haber construido una mayoría electoral. Empero, el entonces líder del PRD, al venir de Benidorm, España, lo que hizo fue quitarle las garrapatas al buey y guardar distancia con las organizaciones de izquierda, sobre todo con el MPD. En 1974 también el Acuerdo de Santiago tenía la fuerza necesaria para ganar el certamen comicial.
Se sabe, de todas maneras, que Balaguer no entregaría el poder y estaba dispuesto a matar opositores y que, producto de la Guerra Fría, contaba con el apoyo de Estados Unidos.
La oposición, sin embargo, supo también ponérsela fácil a Balaguer. Es el caso de la contienda de 1990, donde, por la división del PRD, el profesor Juan Bosch fue la opción electoral de la oposición y, por triunfalismo o sectarismo, rechazó el apoyo del PRD y el doctor Peña Gómez, que terminaron alcanzando un 24%. El candidato del PLD también declinó el respaldo de Jacobo Majluta y su PRI, que logró en las urnas un 7%. El hecho es que el líder peledeísta se quedó en un 34%, un punto menos que Joaquín Balaguer, a quien la JCE le otorgó un 35%.
Bosch alegó fraude electoral, pero no pudo demostrarlo. Y la consigna post electoral de que “Balaguer que se vaya ya” no tuvo acogida en una población que no dejó de preguntarse: ¿Por qué don Juan no aceptó el apoyo de Peña y Jacobo, que le garantizaba un triunfo arrollador contra Joaquín Balaguer? Todos los dominicanos queríamos verlo en la Presidencia de la República, porque era un hombre honrado. Nadie podía imaginarse que Bosch ascendería al poder a robarse dinero del erario. Nunca ocurriría.
Pero mostró ser sectario en extremo y carente de vocación de poder. Ese, no otro, fue el motivo por el cual el PLD se empequeñeció nuevamente y apenas alcanzó un 13% para el torneo de 1994. Fue un castigo del electorado a un hombre que despreció el respaldo de Peña y Jacobo, pero si supo recibir el de Balaguer en 1996, el cual ni siquiera fue para él, sino para un discípulo, como es el caso de Leonel Fernández.
Todo parece indicar que las heridas entre Bosch y Peña nunca cicatrizaron, por lo menos para el maestro.
Con estos datos históricos se explica que cuando se busca el poder político no se puede actuar con odios, rencores, egoísmo ni sectarismo. El que busca el poder tiene que expresar, inclusive, desprendimiento y sacrificio, aspectos que no se observan en las dos principales fuerzas políticas opositoras.
Quien suscribe ha tenido diferencias con el presente Gobierno, pero sería mezquino no admitir que todas las encuestas serias, realizadas en las últimas semanas, otorgan un repunte al oficialismo, es decir, al PRM. En ningún estudio de opinión está por debajo del 45% y en casi todos coquetea con el 50, por la sencilla razón de que se está haciendo, en término electoral, lo mismo que hacía el PLD.
El PLD daba muchas asistencias y el presente gobierno las ha multiplicado, consciente de que la gente pobre y sin escolaridad otorga su voto, mayoritariamente, a quien le da cosas materiales. Además, los gobiernistas lucen agresivos en la compra de cuadros peledeístas, los cuales, guardando excepciones, están en oferta en todos los municipios del país. No es solo que el gobierno compra peledeístas, sino que los peledeístas se ofertan en subastas públicas. Naturalmente, como mercenarios de la política al fin, su pago está garantizado en el mismo momento de la venta.
Ese mismo fenómeno se da con los denominados partidos chiquitos, que se ofertan en el mercado. Y casi todos están apoyando al PRM, una réplica de lo mismo que se dio con el PLD cuando estuvo en el poder. Ante la ausencia de ideologías, el escenario político nacional se ha convertido en una verdadera compraventa.
El PRM tiene el inconveniente del disgusto de millares de sus militantes que hicieron campaña bajo pandemia, ofrecieron lealtad y sacrificios, después 16 largos años de oposición, y no han sido compensados durante tres años de administración. Desde palacio, por razones que muchos ignoran, se ha preferido la adquisición de nuevos dirigentes provenientes de otras parcelas políticas, un reciclaje que, conforme a las últimas encuestas, podría garantizar la permanencia en el poder por otro período de cuatro años.
Sin embargo, para que no se malinterprete, no estoy diciendo que el proceso presidencial del año entrante está definido. De ninguna manera. Leonel Fernández anda con un 30% en los bolsillos y Abel oscila entre un 15 y un 18%, por lo que con un eventual entendimiento electoral entre esos dos candidatos, con el impacto sicológico que tendría esa alianza en la población, las elecciones serían muy reñidas y habría definición en una sola ronda. Esa definición sería de un lado u otro.
Es un escenario posible, pero difícil de cristalizarse, porque a esta fecha, faltando once meses y días para el proceso presidencial, el PLD y la FP ni siquiera dan pasos encaminados a negociar las candidaturas municipales, pese a que los comicios para alcaldes y regidores son en febrero. El PLD y Fuerza del Pueblo, separados, podrían ser barridos y esos resultados repercuten negativamente para las presidenciales de mayo. La oposición, así dividida como está, no tiene posibilidades.
El caso de Leonel y Danilo se parece al de Bosch y Peña, guardando las diferencias históricas, pero las heridas fueron tan profundas que aún están abiertas. Lo que siempre se dice es que Danilo Medina es un hombre rencoroso. Y que Leonel es orgulloso, no es humilde y tiene un ego muy elevado. Si no echan todos esos posibles rencores, orgullos y arrogancias a un lado, están destinados a una larga espera, lo que no es un juego en dos personas que rondan las siete décadas.
danilocruzpichardo@gmail.com

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“Tomo La Palabra”

Es penosa la situación de los periodistas dominicanos

 

TOMO LA PALABRA”


Danilo Cruz Pichardo

La licenciatura en Comunicación Social tiene una duración de cuatro años. Regularmente los jóvenes que estudian la carrera, al terminar, realizan una maestría en una de las múltiples áreas de esa ciencia, porque en estos tiempos se requiere tener grados y postgrados, producto de los avances científicos y tecnológicos, pero también de la competencia del mercado. Conozco a muchos profesionales que tienen múltiples estudios de cuarto nivel. Es decir, estudian durante un período hasta de diez años.
Sin embargo, ninguna profesión está hoy día tan invadida por intrusos como es el periodismo. Es verdad que la Constitución de la República establece, en su Art. 49, lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa”.
La libre expresión del pensamiento es un derecho, pero guarda distancia con el ejercicio del periodismo, el cual tiene que estar regulado y reservado para aquellos que son titulados o que están registrados en el Colegio Dominicano de Periodistas, por lo que se impone que las escuelas de comunicación social y la entidad que agrupa a los comunicadores elaboren un anteproyecto de ley y el mismo sea depositado en la Cámara de Diputados.
Es inconcebible que todavía, en el 2023, el periodismo descanse en una norma jurídica como la desfasada 10-91, que crea el Colegio Dominicano de Periodistas, pero que no trata múltiples aspectos relacionados al ejercicio de la profesión.
Particularmente pienso que las cámaras legislativas no pondrían objeción alguna en aprobar una ley que regule, dignifique la profesión y acabe de una vez y para siempre con la invasión permanente de usurpadores que se autodenominan periodistas. En República el que dice ser médico o abogado sin ser una cosa ni otra tiene problema judicial. ¿Por qué razón, los comunicadores de profesión, tenemos que permitir que muchos que hablan en medios electrónicos o en Youtube se califiquen periodistas?
Es un relajo. Así como está el periodismo hoy día no creo que motive a los bachilleres dominicanos a estudiar esa carrera universitaria. Urge tomar las medidas de rigor. Observo que algunas damas presentadoras de televisión se autodenominan periodistas, sin que, en la mayoría de los casos, cuenten con los estudios requeridos, sin estar inscritas en CDP y sin haber escrito nunca una nota de prensa.
Una nota de prensa bien elaborada, basada en la técnica de la pirámide invertida y en un conjunto de normas estilísticas, es más difícil de realizar que un artículo de opinión, porque para este último género simplemente basta con saber redactar y dominar el tema. Para ser articulista necesariamente no hay que ser periodista. A los articulistas, en los medios, se les denomina colaboradores.
Otro aspecto importante que debía estar plasmado en una nueva ley periodística es el asunto de las pensiones. En la actualidad se alcanzan pensiones del Poder Ejecutivo, pero se trata de favores presidenciales, no es nada obligatorio. Además, los montos son muy bajos. Son pensiones de 35 mil pesos, que algunos comunicadores de cierta reputación declinan, porque piensan que aparecer en una lista con una pensión similar afecta su prestigio.
Peor aún: los requisitos que solicita el CDP a los periodistas es para que solo califiquen aquellos que tienen el perfil de mendigo. Así no se dignifica a una profesión. Todo lo contrario. Y posiblemente esa sea la razón por la cual muchos de los “afortunados” con las pensiones no sean conocidos siquiera en el ámbito periodístico. En ocasiones no se conocen los nombres, mucho menos el ejercicio.
Lo ideal sería, de forma transparente, que todo el que tenga 60 o más años de edad y 30 años o más de ejercicio profesional sea candidato calificado para una pensión adecuada. No importa si tiene o no para la medicina o si come bien o mal.
Todos los 5 de marzo, que es el Día del Periodista en República Dominicana, un grupo de comunicadores podría festejar su retiro con una pensión que les permita desenvolverse, sin mayores dificultades, los años que les restan de vida.
Y que sea un asunto establecido mediante ley, para que nunca más ocurra como en los dos años que presidió el amigo Adriano de la Cruz, cuando el entonces presidente de la República, Danilo Medina, no favoreció pensiones de comunicadores, bajo el rumor de que el reconocido profesor es leonelista. Adriano puede ser de quien le dé la gana, es su derecho. Y no es razón para afectar a todos los comunicadores.
Los comunicadores, reitero, también merecen un retiro decente, tal y como ocurre con los profesionales de otras áreas.
La nueva ley periodística, por la que tienen que luchar el CDP, las escuelas de comunicación social y todos los periodistas dominicanos, debía de establecer, de igual manera, la protección de colegas que ofrecen servicios en los sectores público y privado. Los que trabajan en órganos estatales, sobre todo, viven en la inseguridad laboral cuando hay cambio de gobierno o de un nuevo jefe, sin que haya un instrumento jurídico que los proteja, tal y como están protegidos los médicos y los maestros.
danilocruzpichardo@gmail.com

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“Tomo La Palabra”

El PRM no está fuerte, simplemente la oposición es débil

Por Danilo Cruz Pichardo

Es evidente que los procesos judiciales contra la corrupción, implementados por el Ministerio Público, han terminado favoreciendo al Partido Revolucionario Moderno y han afectado, sobre todo, al Partido de la Liberación Dominicana y, en menor medida, a la Fuerza del Pueblo, que preside el doctor Leonel Fernández. Son las propias encuestas que revelan que los electores mayoritariamente se identifican con el combate a las irregularidades y el robo de los recursos estatales.

Desde que iniciaron los casos anticorrupción la imagen del PLD ha estado cada vez más dañada. Nada afecta más a una organización política y a su liderazgo que permanecer más de dos años a la defensiva, una especie de “tiro mortal” a una entidad que, desde que pasaron las elecciones de 2020, no ha tenido respuesta para detener la hemorragia o salida masiva de sus militantes hacia la Fuerza del Pueblo.
En principio la Fuerza del Pueblo era la única beneficiaria del desangramiento del PLD, pero Leonel Fernández no pudo, pese a que era su objetivo, lograr la mudanza completa. Fernández a lo que llegó fue a convertirse en la segunda opción electoral y su aprobación ha estado oscilando entre un 25 a un 34%, que hasta el momento, ese último número, ha sido tu techo.
Hubo un momento en que se pensó que la Fuerza del Pueblo para esta fecha estaría mejor posicionada, pero el discurso del doctor Fernández apenas se limita al tema del alza del costo de los productos de la canasta familiar. No se atreve, para nada, hablar de corrupción pública, un terreno que parece que no le conviene, porque los propios dominicanos encuestados consideran que en los gobiernos del PLD, de los cuales Leonel fue presidente durante tres períodos (12 años), fueron mucho más corruptos que el presente del PRM.
Al doctor Leonel Fernández se le percibe como aspirante presidencial de excelente formación académica, pero vulnerable en término moral. Además, no ha sabido reciclarse como hizo Joaquín Balaguer para la contienda comicial de 1986, que se rodeó de jóvenes de rostros frescos, de reciente ingreso al Partido Reformista (convertido en social cristiano), los cuales se apostaban todas las noches en la Avenida Georges Washington, es decir, en el malecón capitalino. Entre esos muchachos estuvieron Ito Bisonó y Minú Torres.
Balaguer echó a un lado a todos los militares criminales de los doce años, inclusive a los propios antiguos funcionarios de la administración pública. Todavía Fernández tiene espacio para emular esa estrategia balaguerista, pero el tiempo avanza y a diario se le observa rodeado de un grupo de dinosaurios políticos, personas que les pasó su tiempo y de alto rechazo en la población.
En la Fuerza del Pueblo no se ha registrado la primera juramentación masiva de jóvenes de ambos sexos, sobre todo de nuevos votantes, acontecimiento contagioso, que estimula a los demás muchachos a inscribirse en esa organización. La Fuerza del Pueblo simplemente es nueva de nombre, pero está integrada por personas de muchas millas en la política nacional.
Sin embargo, faltando 11 meses para los comicios presidenciales, sería riesgoso emitir hipótesis tajantes. La experiencia indica que Leonel Fernández se convierte en un gladiador en el tramo de campaña electoral, tiene el respaldo de sectores poderosos de la oligarquía dominicana y también de militares activos y en retiro, por lo que habría que esperar la forma en que evolucionan los acontecimientos y, como si se tratara de un juego de ajedrez, ver las fichas que mueve cada candidato presidencial.
La situación de Abel Martínez es mucho más desfavorable, a pesar de que el PLD tiene estructura en toda la geografía nacional, pero es una estructura que se reduce cada día con la compra de sus alcaldes, de sus regidores, de sus diputados y sus dirigentes que se ofertan en subastas públicas en todo el país. Eso sí, los dirigentes del PLD pueden dar cátedras políticas a los del PRM, pues los militantes del hoy opositor partido se venden al contado. No fían.
El PLD luce moralmente vapuleado y algunos, en ese partido, podrían plantearle a Abel Martínez que renuncie a esa candidatura y se la deje a Temo o a Lidio Cadet, pues para perder no hay necesariamente que sacar muchos votos. No se trata de que Abel sea mal candidato, no. Él es un bonitillo, un aspecto que atrae a muchas electoras, el problema es que la imagen pública de esa organización está en el suelo y revertir esa situación (si es que se logra en el futuro) podría tomarse tiempo.
Los aspirantes presidenciales en ocasiones tienen que presentarse en varias oportunidades, mientras alcanzan una mayor proyección. Lula, en Brasil, llegó a la presidencia de ese país, como candidato del Partido de los Trabajadores, en su cuarta presentación. Abel podría esperar, aunque vaticinar el futuro de él o de cualquier otro aspirante no resulta fácil, máxime ante el dato, filtrado ya, en el sentido de que Danilo Medina e Hipólito Majía tienen un acuerdo de reforma constitucional, una vez pasen las elecciones, para habilitar al presidente del PLD, que se dice es el dueño de esa reducida franquicia.
Aunque de aquí a mayo de 2024 podrían ocurrir muchas cosas, las encuestas vienen expresando que las posibilidades de segunda vuelta se reducen cada vez más, se esfuman podría decirse. Parece que la competencia del PRM sería con el doctor Leonel Fernández, un hombre que, pese a las adversidades evidentes, tiene agallas y siempre es peligroso. Al momento luce calmado, pero transmitiendo mucha seguridad a sus seguidores. Nada se descarta. Los que piensan que Fernández se quedaría en un 25% están perdidos. En el escenario más desfavorable, pienso yo, se alzaría con un 37 o 38%.
De quien se espera hacer un papel pobre, muy pobre, es del PLD, por la sencilla razón de que los dominicanos no votan para quedar en tercer lugar. El grueso de las contiendas comiciales anteriores sostiene esa tesis. Un buen porcentaje, de lo que queda de la militancia del PLD, se iría una parte con Leonel y otra con el PRM. El PLD podría quedarse finalmente –no se sorprenda con lo que voy a expresar–: con un nueve o diez por ciento.
El PRM se ha beneficiado de la lucha contra la corrupción del Ministerio Público, se le percibe como menos corrupto que al PLD y la Fuerza del Pueblo, una evidente y favorable comparación con el pasado. Oferta, en ese sentido, una mejor percepción en materia de imagen. Además, dispone del Presupuesto de la Nación.
Sin embargo, esos indicadores, necesariamente, no hacen al PRM fuerte, porque no funciona como partido político, sus dirigentes y militantes deambulan desempleados, sus organismos no se reúnen, ni siquiera su Comisión Ejecutiva. Lo que está pasando, en estos momentos, es que los partidos de oposición lucen débiles, muy débiles.

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