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Navidad y salud mental: cuando las emociones se intensifican

Navidad y salud mental: cuando las emociones se intensifican
  • Publisheddiciembre 29, 2025
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Por Doctor Ramón Ceballo

La salud mental suele manifestarse con especial intensidad durante las fiestas navideñas, un período que concentra expectativas sociales, emociones profundas y presiones económicas y familiares. Lejos de ser una etapa neutra, la Navidad actúa como un amplificador emocional que puede fortalecer el bienestar de algunos, pero también profundizar el malestar de otros.

Para muchas personas, la Navidad representa un tiempo de alegría, reencuentros y gratitud. Compartir con la familia, mantener tradiciones y sentirse acompañado refuerza el sentido de pertenencia y el apoyo social, factores que protegen la salud mental. En estos casos, se experimenta una mayor conexión emocional, se revitalizan los vínculos afectivos y se renueva la esperanza de cierre y comienzo de ciclos.

Sin embargo, esta misma carga simbólica puede convertirse en una fuente de sufrimiento para quienes atraviesan situaciones personales difíciles. La soledad, los duelos no resueltos, las rupturas familiares o la ausencia de seres queridos se hacen más evidentes en un contexto que socialmente impone la felicidad como norma. La Navidad, entonces, deja de ser un refugio emocional y se transforma en un espacio de confrontación interna.

A esto se suman factores de estrés frecuentes en el contexto dominicano, como las presiones económicas asociadas a regalos, cenas y compromisos sociales, así como el consumo excesivo. La expectativa de cumplir con un ideal de celebración, aun cuando las condiciones personales no lo permiten, genera ansiedad, frustración y sentimientos de culpa. Muchas personas viven estas fechas con una sensación de agotamiento emocional, más que de disfrute.

Durante este período es común observar un aumento de síntomas como tristeza persistente, irritabilidad, nostalgia, alteraciones del sueño y mayor consumo de alcohol. En algunos casos, estos comportamientos funcionan como intentos de evasión emocional, pero terminan agravando el malestar. Para quienes ya padecen trastornos mentales como depresión o ansiedad, las fiestas pueden intensificar los síntomas, especialmente si no cuentan con acompañamiento profesional o redes de apoyo sólidas.

La Navidad, en definitiva, actúa como un espejo emocional, amplifica tanto las luces como las sombras del estado mental de cada persona. No todos viven estas fechas de la misma manera, y reconocer esa diversidad emocional es fundamental para reducir el estigma y promover el cuidado psicológico.

Hablar abiertamente de cómo nos sentimos, validar emociones que no encajan con el discurso de “alegría obligatoria” y buscar apoyo oportuno, en la familia, los amigos o profesionales de la salud mental, son pasos esenciales para atravesar las fiestas con mayor equilibrio. La Navidad no tiene que ser perfecta para ser significativa; cuidar la salud mental también es un acto de responsabilidad y de humanidad.

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