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Por Miguel Solano
Desde que inauguró la «Presa de Monte Grande» mostró el rostro de paloma que poco a poco han ido desvistiendo. Ya no vale la pena decir que el ministro de relaciones exteriores es un ejemplo de funcionario bien fracasado, ya no vale la pena decir que el ministro de la presidencia, atrapado en su red, se convirtió en el mas perverso de los lacayos, ya no vale la pena denunciar —unico caso en el mundo —, que en Consuelo explotó un tanque de agua. Seguir hablando y denunciando a funcionarios criminales y ladrones es una irresponsable perdida de coraje. El País tiene un dilema: Luis Abinader.

