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Trump vs. Maduro

Trump vs. Maduro
  • Publisheddiciembre 7, 2025
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Por Juan TH

En Estados Unidos existe lo que muchos llaman “la dictadura perfecta”, con dos partidos, demócratas y republicanos, que durante más de 200 años se alternan en el poder de manera hegemónica, imponiendo su voluntad, como un gendarme, en casi todo el mundo, en nombre de la libertad, la justicia y la democracia.

Entre un presidente demócrata y uno republicano no hay diferencia más que de matices. Su política exterior es prácticamente la misma. Unos, más reaccionarios, conservadores, derechistas, fascistas y xenófobos que otros. Estados Unidos, estratégicamente, no tiene amigos ni enemigos, tiene intereses. Y en función de ellos actúa, tanto en la guerra como en la paz.

Desde su guerra de independencia, 1775 – 1783, Estados Unidos ha intervenido militarmente a más de 500 países alrededor del mundo, provocando la muerte de cientos de millones de personas, gracias al más poderoso y moderno aparato militar que la historia haya conocido jamás. En la actualidad mantiene cerca de mil bases militares diseminadas por todo el Planeta, para imponer su dominio cuando lo considere necesario, siempre “en nombre de la libertad, los derechos humanos y la democracia”.

Sin embargo, pocos países invadidos por Estados Unidos han progresado o desarrollado luego de una invasión, un golpe de Estado o el asesinato de sus principales líderes. Al contrario, han retrocedido.

Una investigación ordenada por el Congreso norteamericano arrojó 496 intervenciones militares desde 1798 al 2022, la mitad de ellas desde 1950 a la fecha, ¡y contando! En América Latina (su traspatio: “América, para los norteamericanos”) ha sido avasallada militarmente en múltiples ocasiones para derrocar gobiernos mediante la fuerza militar, con golpes de Estado y asesinatos de presidentes, de líderes políticos y sociales. Así impone Estados Unidos su particular democracia, irrespetando el derecho a la independencia y la autodeterminación de los pueblos, consagrados en el derecho internacional establecido por las Naciones Unidas.

Ese llamado “traspatio”, América Latina, es la fuente de crecimiento y desarrollo de Estados Unidos al saquearle (robar, expropiar) recursos naturales vitales como petróleo, oro, bauxita, níquel, gas natural, carbón, uranio, acero. Además, de aportarle mano de obra esclava de negros y mulatos migrantes que hoy son vapuleados, encarcelados y deportados como animales.

Según el historiador John H. Chatsworth, entre 1898 y 1994, se produjeron un total de 41 cambios de régimen “exitosos” en América Latina, a los que hay que agregar los que se han producido hasta la fecha. Todos provocados por intervenciones militares directas, como invasiones y ocupaciones territoriales; o indirectas, utilizando a la CIA, financiando a opositores, ejerciendo presión diplomática o con operaciones encubiertas de apoyo a golpes de Estado, como sucedió en la República Dominicana en 1963 y en Chile en 1973, entre otros.

La historia enseña que el desarrollo de Europa y Estados Unidos lo subvencionaron América y África, fundamentalmente. Sin los habitantes y los recursos naturales de esos continentes, el crecimiento de Inglaterra, España, Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos no habría sido posible. Muerte, esclavitud y saqueo, son las claves del progreso de Europa y Estados Unidos.

Según la investigación Costs of War Project, de la Brown University, los conflictos posteriores al 11-S (Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Siria, y otros) entre el 2001 y 2023 provocaron alrededor de 940,000 muertes directas de combatientes, civiles, contratistas y trabajadores humanitarios.

Además, el estudio revela que entre 3,6 y 3,8 millones de muertes se produjeron “indirectamente” en esa zona como consecuencia de la guerra, provocadas por el colapso de los sistemas de salud, desnutrición, enfermedades, deterioro de infraestructura, pobreza, etc. Otros estudios hablan de 5 y hasta 6 millones de personas fallecidas durante las intervenciones militares de Estados Unidos en esa parte del mundo.

En América Latina, las intervenciones militares de Estados Unidos y el uso de otros mecanismos de terror (complot, chantaje y extorsión) han perjudicado a países como Brasil, Chile y República Dominicana, donde el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan Bosch, en 1963, provocó una guerra civil y la posterior ocupación militar norteamericana para imponer a Joaquín Balaguer e instaurar, con el apoyo irrestricto estadounidense, una dictadura de 12 años.

Su suman a la larga lista las acciones contra Bolivia, Cuba, Puerto Rico, Granada, México, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Haití, Venezuela, Colombia y Ecuador. La historia de los países latinoamericanos es una historia de saqueo de sus riquezas renovables y no renovables, de esclavitud y muerte. Todos los intentos por lograr la independencia y la autodeterminación han sido abortados por la intervención, política, militar y social, de Estados Unidos.

Sus opositores dicen que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moro, es un dictador porque preside un gobierno “ilegítimo”, que es “fruto de un fraude electoral”, que el presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela debe ser el famoso agente de la CIA (El Mata Cura, para los salvadoreños) Edmundo González, o la marioneta y también agente de la CIA, María Corina Machado. Antes “escogieron como presidente de Venezuela” al payaso lacayo Juan Guaidó.

Por más de 20 años Estados Unidos ha tratado de derrocar el chavismo, pero no le ha sido posible gracias a la determinación del pueblo venezolano. Lo mismo sucede con Cuba, que sobrevive a duras penas con un bloqueo económico, político y científico de más de 60 años, impidiendo que avance y desarrolle su economía, estancando el turismo, la energía y la agricultura, entre otros renglones.

Venezuela es uno de los países más ricos del mundo. Tiene de todo y mucho. Es un vasto territorio poblado de gente buena, trabajadora y honesta, con la mayor reserva petrolera del mundo, que posee, además, tierras raras, minas de oro, rica flora y fauna, gas natural y mucho más.

Estados Unidos no quiere democracia ni libertad en Venezuela, ya las tienen los venezolanos. El gobierno del presidente Trump quiere saquear a Venezuela, robarse sus riquezas y dejar el hoyo, vacío y seco, como ha hecho en otros países.

Maduro “perdió las elecciones” mucho antes de que se celebraran, gracias a una campaña internacional mediática que costó cientos de millones de dólares para crear la percepción internacional de que habría un fraude electoral colosal. La imagen del dirigente chavista fue satanizada: Maduro fue calificado de dictador y todos los medios de comunicación norteamericanos, latinoamericanos y europeos se montaron en la ola del fraude, del engaño.

Los chavistas “perdieron” las elecciones en las redes, plataformas digitales, periódicos, canales de televisión y radio. Con esta campaña mediática monstruosa y costosísima, Maduro ganó en las calles, pero perdió en los poderosos medios de comunicación que patrocina Estados Unidos.

Maduro es el dictador, pero quien cierra el espacio aéreo de Venezuela es el presidente Donald Trump, quien bloquea el espacio marítimo de Venezuela es Trump, quien ordena el asesinato de pescadores indefensos caribeños, sin juicio ni condena, es Trump; quien amenaza con invadir Venezuela es Trump, quien anuncia una recompensa de 50 millones de dólares para la captura, vivo o muerto, de un presidente, es Trump; quien impone aranceles unilaterales a los demás países, es Trump, quien persigue y deporta a los inmigrantes latinoamericanos es Trump, quien amenaza al presidente colombiano, Gustavo Petro, de terrorista y narcotraficante, es Trump.

Maduro es el dictador, pero quien inventa el inexistente Cartel de los Soles para justificar una intervención militar en Venezuela es Trump, quien viola las leyes de su propio país es Trump, quien ordenó el ataque al Capitolio de su país con un saldo de muertos y heridos, fue Trump.

¿Quién persigue a los negros y latinos, quien anda por el mundo con una actitud fascista y xenófoba reprimiendo y atropellando a los demás, imponiendo la fuerza con sus cañones, sus fusiles, sus aviones de caza y sus submarinos nucleares? ¿Maduro o Trump?

¿Por qué Estados Unidos no invade a Estados Unidos, si es el mayor consumidor de drogas del mundo? ¿Dónde están los capos del negocio, que nunca son perseguidos, apresados, ni condenados? ¿Cómo entra la droga a territorio norteamericano?, ¿por sus costas?, ¿por vía aérea, terrestre o marítima? En vez de invadir a Venezuela, Colombia, México, Bolivia o Ecuador, ¿por qué no cierran herméticamente su frontera, su espacio aéreo y marítimo? ¿No sería más práctico y menos costoso? ¿Acaso los bancos donde se lava el dinero de las drogas no están en ciudades de Estados Unidos? ¿Por qué no se detiene a los banqueros de las drogas que manejan cerca de 35 mil millones de dólares todos los años? ¿Quién los protege? ¿La CIA, el Ejército, la DEA o el propio Departamento de Estado?

Los verdaderos capos de las drogas, los que manejan el verdadero negocio, los que utilizan el narcotráfico políticamente con fines políticos, valga la redundancia, no son solo dominicanos, colombianos, haitianos, peruanos, bolivianos, venezolanos ni ecuatorianos, son, principalmente, estadounidenses.

Venezuela no cultiva la hoja de coca. En Venezuela no existen laboratorios para producir cocaína. Solo un por ciento muy limitado de las drogas pasa por ese país, se estima que entre un 5 y un 8 por ciento. Los mayores productores de drogas están en Colombia, Bolivia, Ecuador, entre otros países.

En Estados Unidos hay alrededor de 60 millones de adictos a las drogas, convertidos muchos de ellos en “zombis”, que caen muertos en las calles junto a los indigentes y hambrientos, que suman más de 50 millones. Siendo así, Estados Unidos debe invadirse a sí mismo para combatir todos sus problemas internos, que son muchos.

Entonces, ¿quién es el dictador?, ¿Nicolás Maduro, que no amenaza, no reprime ni ordena matar a sus adversarios, y en medio de tantas amenazas solo defiende el derecho legítimo de salvaguardar la independencia y soberanía de su pueblo, tal como lo establece la inservible Naciones Unidas, o, Donal Trump, que amenaza, atropella, invade y ordena el asesinato de sus enemigos, tanto internos como externos?

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