.Por Miguel SOLANO
Todos sabemos que la guerra es un negocio satánico, diabólico y practicado para satisfacer los apetitos por sangre humana de las élites, apetitos que están muy por encima de las ganancias monetarias.
También sabemos que es un negocio emocional para aquellos miserables que nunca han tenido aprecio por su propia vida, por su propia dignidad, por su propia responsabilidad como criatura del Divino.
Ese tipo de gente, para no tener que hacer ningún tipo de esfuerzo intelectual, se meten a soldados y asumen como justificación la defensa de la bandera, el escudo y el himno. Saben que esos tres elementos los crearon los gánsteres de un territorio determinado.
Los piratas y los criminales más insatisfechos del mundo,los llamados generales de las guerras que son criaturas sin corazón que nunca lograron satisfacción al ver a los niños ser lanzados al aire y atrapados con bayonetas. Con sonrisas de demonios justifican toda su conducta en la defensa de sus símbolos y arropados en banderas y escudos piden más y más y más cuerpos mutilados.
Las élites que gobiernan el negocio de las guerras se reúnen en orgias para celebrar las masacres, pero siempre quedan insatisfechas pues la cantidad de muertos no fue suficiente y la sangre derramada insignificant.
Los soldados que bajo el pretexto del “patriotismo y sus símbolos satánicos” cometían sus grandes crímenes en busca de gloria, ahora se encuentran con el dilema de que la guerra es tecnológica y de que ya no existen los campos de batallas que la prensa usaba para construir héroes que, aunque nacidos del crimen, son presentados como salvadores de la humanidad.
Desde la primera guerra mundial los estadounidenses han venido siendo los grandes beneficiarios de todos los conflictos bélicos. Ellos organizan las guerras y controlan a los participantes, incluyendo a la Alemania de Hitler y la actual, a los árabes judíos de antes y los de ahora.
Washington se encuentra ahora con el dilema de que ya no puede controlar todas las partes. China y Rusia son un auténtico muro de inteligencia y poder: ¡Tienen lo que tenían que tener!, como diría el poeta Nicolás Guillen.
La Casa Blanca desarrolla tan bien su ceguera que se pudre dentro de su apetito por controlar el negocio de lasguerras que han lanzado contra el Plan Chino de Paz para Ucrania una ofensiva que puede calificarse como la Tercera Guerra Mundial: Todo le ha dolido al Washington revuelto y brutal. Las partes involucradas ven al plan chino con aciertos y posibilidades, pero Washington lo ve como el fin de su fin.
Washington, escúchame bien que lo que te voy a decir porque viene de la cantera del Universo: China jamás, jamás, jamás agredirá a ningún pueblo, pero el país que lo haga, que lo agreda, dejará de existir. Washington, no te conviene averiguar si yo soy profeta.